sábado, 15 de octubre de 2011

Desde Xela, para ella.

A pesar de todo,
elegimos amar porque
no es de moda es de sentimiento.
Con emociones en el corazón.

Amar como dice mi amiga,
es entregar sin sacrificio,
amar si prejuicios,
sin dejar de pensar en ella.

Mi amor se agota,
una sonrisa lo recarga,
ya sea en Houston, New York,
hasta Xela, ser testigo,
una que otra vez caminar contigo,
como simples amigos.
Largándome quiero que sepas
que aún te quiero.

Si para ella,
fuera de la ciudad,
pero dentro de mi corazón,
no dejándola descansar en mi mente.

Ah, si llegaras a mi funeral,
todo lo demás es un te quiero,
aunque no te pueda ver.
Ese día yo dejare como recado
que digan lo que me lleve de ella.
Un amor y una brújula en mi cuello,
que recuerdan a un solo destino.

No hay quien nos robe el corazón,
no es delito, es bendición.
Sueño, no realidad,
si desde centro a norte así será.

Todo se resume
que mi amor lo vivo
sin ella…

Desde New York, para ella.

Sonrío y me doy pena,
si ella no esta.
La tristeza se convierte feliz,
en ansiedad monótona mi realidad.

¿Qué puedo hacer sin ella?
La vida no me deja vivir,
vivo esperando su regreso,
dejo todo pero no tengo
nada sin ella.

La aduana pregunta por mis papeles,
yo doy su dirección,
puede que este en Houston
con escala a New York.

Aún mojado e ilegal,
regreso en un tren de soledad,
la luna es la testigo
aunque no entienda lo tuyo,
será mi regreso a Xela.

Juntémonos en Dallas
para saber que en poco tiempo,
sigamos enamorados,
y jamás nos volvamos a separar.

Fantasía hecha realidad,
ser feliz dando mi vida,
sin dejar de pensar en ella.

El Tavo desde Houston, yo en New York,
desde la banca del Central Park,
viendo un taxi de amor,
donde mi amuleto es querer
regresar con ella...

Desde Houston, para ella.

Desde Houston a New York
pasando a Xela,
dejo mis pasadas emociones
con el miedo de volverme
a enamorar de ella.

Mi corazón anda por el extranjero,
mi mente de exportación,
soy ilegal junto a ella
pero legal conmigo.

Sin dólares en el bolsillo
ni chequeras de viajero,
con maletas de explorador,
queriendo conquistar tu corazón.

Ni las monedas extranjeras
compran tu amor,
con mi maleta sin mirar atrás,
algo natural,
sin evitar enamorarme de ella.

Con falta de aire que da,
sin ella, un tiempo cruel,
las horas lentas
sin que ya no esta.

El aliento de su boca,
el tiempo de su mirada,
el reloj que espera
junto a su eterno regreso.

Aún así ya no estas,
que puedo hacer sin ella.
El cielo se queda sin sol
y el frio sin calor y yo
sin ella…

Sin terminar…

Hace algunas y tantas noches,
empecé con una guitarra
desafinada.
Hasta hoy pude terminar
con una canción
desesperada.

Ya no escribo a la dueña
de mis heridas, de mi interior.
Solo hacia mis sueños,
vida, ilusiones y verdad;
Que debe y sana con las mismas.

Lo que he logrado al fin,
con lo que he caminado.
En calle, avenida y lindero.
Poco cansado,
terminar con algo
que fue desahuciado.

Gracias a mi amiga Lu,
por compartir la ilusión que viví,
por la soledad que deja de existir.
Con palabras desoladas
que me dio en inmensidad.
Porque en la vida
no se ama
sin terminar...

Si Dios estuviera en la tierra.

Todos los hombres fuésemos
honestos, sinceros.
No existiría maldad, rencor
ni el pecado de la codicia.
Existiría a un solo hombre a quien amar.
Sin distinción de sexo ni raza.

Las mujeres dejarían de decir
que todos somos iguales, al contrario…
Él seria único, que los comprendiesen
y, así nadie sufriría.

Comprenderían ambos,
el verdadero sentido,
de amar al prójimo, sin mirar a quien.
A todos se les juzgaría, cobraría,
pagaría justamente.

Y si antes hizo de dos panes
y cinco pescados, miles…
¿Qué haría de nosotros
con un amor, con un cariño?

Y, si Dios estuviera en la tierra,
¿Qué seria de nosotros?

Días de lluvia.

La luna fue testigo,
de una locura tan grande
que este ser había sentido.

En días que fueron difíciles,
indescriptibles.
Recordando a los pasajes
de días de lluvia;
la melancolía siempre
nos cobraba su compañía.
Vaya si no.

Entre la calle de la cuesta de San Nicolás,
en el parque Central
y en el Calvario,
nuestros pasos marcaban historias,
que solo tenían un destino singular.

La lluvia miraba nuestras penas,
cada gota veía nuestro paradero.
El frio jamás nos dejo de acompañar;
por palabras para ella, ya no hay desvelo.

Sam, todavía sigue con su camino,
marcando historias.
Termine la mía y mi cáncer maligno,
nada mas le sigo acompañando,
dejando las huellas en las mismas veredas
en días de lluvia.

Repitiendo nuevamente
la misma historia.
Por si no lo sabias…